💛 A Quien Pertenezco? 💛

 ¿A Quién Perteneces?

En el mundo actual, muchas personas buscan un sentido de pertenencia. Se aferran a títulos, relaciones y posesiones materiales para definir quiénes son. Sin embargo, la verdadera pregunta es: "¿A quién pertenezco?" Encontrar la respuesta a esta pregunta es fundamental para vivir una vida llena de certeza, estableciendo y logrando metas con propósito. La Torá y el Nuevo Testamento nos ofrecen una visión clara y reconfortante sobre este tema.


Desde el principio, la Torá nos muestra que somos creación de Dios. En Génesis 1:27, se nos dice que fuimos creados a Su imagen y semejanza. Esto significa que no somos un accidente ni una simple casualidad; fuimos creados intencionadamente por un Dios amoroso que desea tener una relación íntima con nosotros. Pertenecer a Dios nos da una identidad sólida y una base segura desde la cual vivir.

En el Nuevo Testamento, Jesús nos recuerda esta verdad al decir: "Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios" (Juan 1:12). No somos simplemente siervos o seguidores; somos hijos de Dios. Esto significa que tenemos un lugar especial en Su corazón y una herencia eterna. Nuestra pertenencia a Él no depende de nuestros logros o méritos. Es un regalo divino que se nos otorga a través de Su amor incondicional.


La relación con Dios no se basa en nuestras obras o en cumplir una lista de reglas. En la Torá, vemos el pacto de Dios con Abraham. Dios eligió a Abraham y a su descendencia, no por sus méritos, sino por Su amor y promesa (Génesis 12:1-3). Este pacto es una muestra de que el amor de Dios es un regalo, algo que no podemos ganar. Él nos ama porque somos Sus hijos, y ese amor es inmutable.

En el Nuevo Testamento, esto se confirma cuando el apóstol Pablo escribe: "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe" (Efesios 2:8-9). La gracia y el amor de nuestro Padre Celestial no pueden ganarse. Son un regalo precioso que se nos da simplemente porque somos Suyos.


Pertenecer a Dios no se trata de religión o de seguir un conjunto de reglas. En la Torá, Dios llama a Su pueblo a una relación íntima con Él. A través de Moisés, Dios dijo: "Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo" (Éxodo 6:7). Este no es un llamado a una religión organizada, sino a una relación personal. Dios desea caminar con nosotros, guiarnos y ser nuestro refugio en tiempos de necesidad.

Jesús reforzó esta verdad cuando enseñó que Dios es nuestro "Padre" (Mateo 6:9). Nos invita a acercarnos a Él como niños, confiando en Su amor y cuidado. Este es el corazón de nuestra relación con Dios: saber que pertenecemos a un Padre que nos ama profundamente y que desea lo mejor para nosotros. Cuando comprendemos esto, nuestra vida se llena de certeza y propósito. Sabemos quiénes somos y a quién pertenecemos, lo que nos da la fuerza para establecer y alcanzar nuestras metas.


Saber a quién pertenecemos es la base de una vida plena y significativa. Pertenecemos a Dios, nuestro Padre Celestial, quien nos ama con un amor eterno. Este conocimiento nos libera de la necesidad de buscar validación en el mundo y nos permite vivir con la certeza de que somos amados, valorados y guiados por Él. Su amor es un regalo, no algo que podamos ganar, y Su deseo es tener una relación íntima y personal con cada uno de nosotros.

Cuando vivimos con la conciencia de que pertenecemos a Dios, nuestras decisiones y metas se alinean con Su propósito para nuestras vidas. Ya no vivimos con miedo o incertidumbre, sino con la seguridad de que nuestro Padre Celestial está con nosotros en cada paso del camino. 



Este blog muestra que nuestra identidad y sentido de pertenencia están enraizados en nuestra relación con Dios, quien nos ama incondicionalmente y desea que vivamos vidas plenas y significativas.

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